lunes, 14 de febrero de 2011

El Mercado de San Miguel, una visita imprescindible.



Un nuevo concepto de mercado

El mercado de San Miguel situado en pleno centro cultural y de ocio de Madrid es un sitio que bien merece una vista. Se trata de un lugar que se puede calificar como “para todos los públicos”. Tiene especial interés para todo aquel al que le guste comer y beber ya que ofrece algo más que el típico mercado tradicional y todo está cuidado al mínimo detalle.

Diversidad de opiniones
La transformación que ha sufrido este sitio hay a muchos a los que les sigue chocando y les fascina y también cuenta con detractores. El caso es que no es el concepto de mercado que uno puede tener en la cabeza con sus pescaderos, carniceros y fruteros subastando y gritando el género, olores fuertes, suelo grasientillo, griterío, la gente de toda la vida con sus carritos…
La idea con la que arrancó el Mercado de San Miguel parece ser la de presentar una oferta de productos de alta calidad, alimentos de temporada, asesoramiento gastronómico, así como la posibilidad de comer en horarios amplios y flexibles.

Único puesto por producto, gran calidad.
Hay de hecho para cada producto un único puesto para que  de ese modo no entren en competencia entre ellos.
Está el puesto de quesos con una selección increíble: vaca, oveja y cabra… de pasta blanda, prensada… de leche cruda, pasterizada o cocida… franceses, italianos, españoles, suizos, ingleses. Su mostrador repleto de los quesos más reconocidos del mundo es uno de los atractivos del Mercado. 



El  de la pasta fresca artesanal, muy apetecible. La trufa negra es la gran estrella del lugar con su inconfundible aroma.
 La colorida frutería con gran variedad de frutas y verduras, desde las más habituales hasta las más exóticas, todas ellas expuestas de manera muy visual.
Un par de pastelerías con una pinta irresistible, siendo una de ellas austriaca, regentada por dueño Vienes.

Los encargados de los puestos son muy buenos conocedores de sus productos y eso les permite dar un asesoramiento especializado. Estando allí es fácil entablar conversación con los encargados de cada puesto, quienes se sienten muy agradecidos de que sus productos despierten interés y estarán encantados de compartir contigo alguna anécdota curiosa.
Algo más que un mercado
Alguna de las cosas que chocan del mercado es que cuente por ejemplo con una librería gastronómica ó un puesto de rosas naturales pero es en su concepto de centro cultural culinario donde el mercado se aleja de los cánones. Lo que le permite combinar las facetas de tienda de gourmet y sitio de tapeo. De ahí la amplitud de sus horarios de 10.00 a 22.00, de lunes a miércoles, y hasta la 2.00 los fines de semana. Es un lugar de entretenimiento y todo ello rodeado de un ambiente de bullicio al más puro estilo castizo, poniéndolo en el punto de mira de las guías turísticas. Aunque es probable que se eche en falta genero apto para todos los bolsillos y destinado a su uso diario.
Es verdad que el mercado de San Miguel tiene ese punto turístico y que los productos que tan bien expuestos se encuentran tienen un precio elevado, algunos se han atrevido a afirmar que se trata de un mercado “sin alma” mientras que otros lo consideran una especie de meca para el gourmet. Este lugar rompe con el concepto convencional de mercado para aportar un plus aunque ello haya supuesto una desvirtualización de  la idea original del mercado.

Una de las características más destacables del edifico es que conserva su estructura original de hierro de principios del siglo XX. Fue construido entre 1913 y 1916 bajo la supervisión del arquitecto Alfonso Dubé, que se inspiró en otros mercados europeos realizados en hierro como el de Las Halles de París. Su estructura metálica tan característica hacen del mercado un edificio al más puro estilo parisino, que puede recordar a la torre Eiffel, el edificio tiene un aire refinado. Las cristaleras permiten ver todo desde fuera e incita a dar una vuelta por dentro. En invierno el lugar está muy calentito ya que cuenta con calefactores muy potentes y durante el verano unos enormes vaporizadores refrescan la zona.

Ostras, un lujo asequible



Un paseo a lo largo y ancho de este espacio puede deparar sorpresas. Como el puesto de ostras de la mano del productor francés Daniel Sorlut. Los franceses siempre han sido los reyes de este afrodisíaco y delicioso molusco. Este puesto despierta mucha curiosidad en el visitante. Han conseguido con su presencia  poner de moda las ostras en Madrid. La tienda está dedicada tanto a la venta de ostras, servicio de entrega a domicilio incluido, como a su degustación. Se pueden comprar ostras por unidades y acompañarlas con un vino blanco o una copa de champán francés, mientras se conversa en una de las mesas comunitarias.


En la carta encontramos 3 tipos de ostras. Encontramos la Especial Daniel Sorlut, la Fine Claire y la Especial de Claire, tienen diferentes precios cada una de ellas, pero son un lujo asequible. Te recomiendan probarlas al natural, tal cual o con un toque de pimienta negra recién molida, pueden ser consumidas a cualquier hora del día regadas de vino blanco o champán, que son las dos bebidas con las que mejor maridan.
En definitiva, San Miguel es el lugar perfecto para adentrarse por el puro placer de disfrutar de la gastronomía y vivir ese nuevo concepto de mercado. Es un sitio muy recomendable que hay que visitar, puede gustarte más ó ser de los que prefieren el mercado tradicional pero merece la pena pasarse y contemplar el ambiente y la belleza del edificio y la peculiaridad del lugar. Un espacio para ir con los amigos, familiares, visitantes de fuera…dar una vuelta  e ir de aquí para allá y probar alguna tapita con un buen vino. Eso si, con tanta oferta gastronómica va a ser difícil contenerse y conviene evitar las horas punta porque está hasta la bandera y hacerse un hueco en las mesas centrales... puede ser todo un reto. El mercado es un sitio idóneo para  hacer la compra de productos delicatessen. Pero ya no volverá a ser un lugar dónde se pueda hacer la compra con carrito.

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